Desmontando la prostitución: Las prostitutas no piden permiso, piden paso

Hemos participado en el encuentro “Desmontando la prostitución: Las prostitutas no piden permiso, piden paso”, organizado por el Colectivo de Prostitutas de Sevilla (CPS) con motivo del 2 de Junio, día internacional del trabajo sexual.

Durante el encuentro, en el que participaron en torno a 100 personas, se abordaron en formato de charla – debate temáticas diversas: Feminismos, sexualidad y prostitución: debates teóricos, consecuencias reales; Aportes desde la filosofía y falacias del debate; La regulación normativa antiprostitución y su desarrollo a a través de las políticas públicas sevillanas; y Una aproximación al cliente de pago.  Todas las intervenciones están colgadas en el canal de Youtube del CPS. También tuvo lugar un debate entre trabajadores y trabajadoras sexuales donde pudimos conocer de primerísima mano sus realidades, experiencias y reivindicaciones.

El Colectivo de Prostitutas de Sevilla es la unión de un grupo de trabajadoras sexuales sevillanas en alianza con otras trabajadoras del Estado español y latinoamericanas que han decidido hacerse visibles para reivindicar sus derechos y denunciar las políticas abolicionistas que, “lejos de ser una respuesta a nuestras demandas en materia de derechos y protección, nos criminalizan como colectivo e impiden que desarrollemos nuestra actividad con la dignidad y los derechos que merecemos”.

Las trabajadoras sexuales del CPS exigen:

– La derogación inmediata de la Ley Mordaza y de las ordenanzas antiprostitutas del Ayuntamiento de Sevilla.

– El reconocimiento de la naturaleza laboral del trabajo sexual y la aplicación inmediata de normas que garanticen los derechos de las trabajadoras, tanto laborales como sociales y sanitarios.

– Que el dinero destinado a campañas de publicidad abolicionista se destine a erradicar la pobreza de las mujeres para que quienes quieran dejar de ejercer la prostitución tengan alternativas reales.

– Que se deje de identificar prostitución con trata. Simplificar y confundir la trata de seres humanos o la violencia de género con la prostitución no contribuye a proteger a las verdaderas víctimas de estos delitos.